Tengo toda la tarde por delante y un paquete que recoger en Correos. Es el momento de pasar a la segunda fase de la ruta.
Me lo tomo con calma. Cruzo el barrio y cojo el carril-bici. La cuesta me sigue dando miedito, pero hay que bajarla, no queda otra.
Pasado el Canal, el carril-bici sigue entre los coches aparcados y los setos de la acera, que se comen la mitad. Queda demasiado estrecho, y si alguien sale de un coche no hay forma de esquivarlo. Y los semáforos están regulados algunos con los de peatones y otros con el tráfico de la calzada, sin ningún criterio aparente. Pero bueno...
Llego a Correos. Se supone que hay un aparcabicis cerca. No lo veo, o ni siquiera existe, porque todos los árboles tienen una bicicleta atada, así que me busco una farola libre y dejo la mía.
Volviendo para casa, se me sale la cadena del plato. Quito todos los bultos, le doy la vuelta a la bicicleta y me pongo perdida de grasa, pero la meto. Un poco más arriba se sale otra vez. Como ya entro al barrio y el taller está allí mismo, me subo la cuesta a pie y la dejo para que me la miren.
Creo que la pobre me lo estaba pidiendo.
Pasado el Canal, el carril-bici sigue entre los coches aparcados y los setos de la acera, que se comen la mitad. Queda demasiado estrecho, y si alguien sale de un coche no hay forma de esquivarlo. Y los semáforos están regulados algunos con los de peatones y otros con el tráfico de la calzada, sin ningún criterio aparente. Pero bueno...
Llego a Correos. Se supone que hay un aparcabicis cerca. No lo veo, o ni siquiera existe, porque todos los árboles tienen una bicicleta atada, así que me busco una farola libre y dejo la mía.
Volviendo para casa, se me sale la cadena del plato. Quito todos los bultos, le doy la vuelta a la bicicleta y me pongo perdida de grasa, pero la meto. Un poco más arriba se sale otra vez. Como ya entro al barrio y el taller está allí mismo, me subo la cuesta a pie y la dejo para que me la miren.
Creo que la pobre me lo estaba pidiendo.
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